viernes, 5 de abril de 2013

FFyL - Traducción de narrativa - Der Drachentöter

Hier die Versionen von Luis und Elvira: El mata dragones (Luis) Había una vez una bella y fecunda tierra con bosques, campos, ríos, calles y ciudades. Tenía un rey impuesto por Dios, un rey viejo, más viejo y orgulloso que todos los reyes de quienes alguna vez se haya oído. El único vástago de este rey era una niña de gran belleza, juventud y anhelo. El rey estaba emparentado con todas las coronas vecinas, mas su hija aún era una niña y estaba sola, sin toda la parentela. Cierta era su bondad y templanza así como el poder de su rostro tranquilo y sereno, la inocente causa de aquel dragón. A medida que ella crecía y maduraba, más se acercaba éste, hasta que finalmente se asentó, como el horror mismo, en el bosque frente a la ciudad más bella de la tierra; puesto que existen conexiones secretas entre los que son bellos y los que son horribles, en algún lugar determinado se complementan ambas cosas como la sonriente vida y la cotidiana muerte cercana. Esto no quiere decir que el dragón de la joven dama fuese hostil, así como nadie por su palabra y honor puede decir que la muerte es enemiga de la vida. Quizás el gran animal furioso se hubiera echado cual perro junto a la bella chica y quizás hubiera impedido acariciar las manos más encantadoras con humildad animal con la repugnancia de su lengua. Pero por supuesto que nadie quería hacer la prueba, el dragón era especialmente despiadado contra todos aquellos que casualmente entraban en su área de dominio y se apoderó de todo, incluyendo niños y rebaños, algo comparable a una muerte evidente. Elvira: El matadragones (Versión de: Elvira Rosales) Había un reino bello y fecundo, lleno de bosques, campos, ríos, ciudades y calles. En él gobernaba un rey elegido por Dios, un anciano, viejo y orgulloso como cualquier rey del que se dice toda clase de maravillas. La única hija de este rey era una muchacha de gran juventud, anhelo y belleza. El rey estaba emparentado con todos los tronos vecinos, pero su hija, que aún era una niña, se encontraba sola; sin parientes. Seguramente la motivación de aquel dragón era la dulzura y delicadeza y el poder del semblante, inmóvil y apacible, de la jovencita. Mientras la princesa más crecía y florecía, furtivamente se acercaba cada vez más el dragón y finalmente se asentó en el bosque, como el terror mismo, delante de la ciudad más bonita del reino, puesto que existen relaciones secretas entre lo bello y lo terrorífico; en un determinado lugar ambos se complementan, como la vida sonriente y la diaria cercanía de la muerte. Eso no quiere decir que el dragón fuera enemigo de la damisela, como tampoco nadie puede decir a conciencia y con honor si la muerte es enemiga de la vida. Tal vez la gran y agitada bestia se hubiera echado junto a la bella jovencita como un perro y quizá tan sólo debido a lo desagradable de la propia lengua, se abstendría de lamer las manos más dulces en un gesto de sumisión animal. Pero, naturalmente, no estaba permitido arriesgarse a una prueba, especialmente debido a que el dragón era despiadado contra todos los que accidentalmente entraban en el círculo de su fuerza y tomaba y capturaba, a una muerte visible y comparable, todo, incluyendo niños y ganado. Bitte, die anderen können ihre Übersetzungen hier als Kommentar einfügen. Und wenn es nicht klappt, bitte, bringt ihr die am Montag. Schönes Wochenende!

3 comentarios:

  1. El matadragones
    Érase un país bonito y formidable con bosques, campos, ríos, calles y ciudades. Un rey fue impuesto por Dios, un anciano, mayor y orgulloso como todos los reyes, de quien se han escuchado credibilidades. El único hijo de este rey era una niña de gran juventud, añoranza y belleza. El rey emparentaba con todos los tronos del vecindario, su hija era todavía una niña sola, como si no tuviera ninguna parentela. Cierta era su ternura y mansedumbre y el poder de su rostro aún dormido y silencioso, la causa inocente de aquel dragón, que, entre más aumentase y prosperase, más se acercaba y finalmente se instalaba en un bosque frente a la más bella ciudad del país, como el sobrecogimiento mismo; pues existen relaciones ocultas entre lo bello y lo horrible, en cierto puesto se completan ambos como la vida sonriente y la muerte cercana de cada día.
    Con esto no está dicho, que el dragón de la damisela era hostil, como nadie podría decir del honor y la conciencia, si la muerte de la vida es la adversaria. Quizás se habría derrotado el gran animal cocinándose como un perro junto a la niña bonita y quizás sería detenido sólo mediante el horror de la propia lengua, la más querida mano en la humildad animal para acariciar. Pero no se deja arribar naturalmente sobre una prueba, especialmente el dragón contra todo, que casualmente en el círculo de su poder pisan, fue despiadado y una muerte clara comparable, todas, niños y rebaño no fueron destripados, cogidos y retenidos.

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  2. Érase una vez una tierra bella y fecunda, llena de bosques, campos, ríos, calles y ciudades. Había ahí un rey establecido por dios, un anciano, más viejo y más orgulloso que todos los reyes de los que se cuentan muchas cosas auténticas. La única hija de este rey era una chica de gran juventud, vehemencia y belleza. El rey estaba emparentado con todos los tronos vecinos, pero su hija era aún tan pequeña y estaba tan sola como si no tuviese parentezco alguno. Su delicadeza y su templanza, y el poder de su rostro tranquilo antes de despertar, fueron la inocente causa por la que cierto dragón se acercaba, cada vez más en tanto ella más crecía y florecía, hasta instalarse finalmente, como si fuese el terror mismo, en el bosque frente a la bella ciudad de aquella tierra; pues existen vínculos misteriosos entre lo bello y lo terrible, y en cierto lugar se complementan ambos como lo hacen la vida alegre y la cercana muerte diaria.

    Pero esto no significa que el dragón fuera hostil a la joven dama, tal y como nadie con honor y buena conciencia puede afirmar que la muerte sea adversaria de la vida. Quizás el enorme y furioso animal se habría echado junto a la bella joven, y quizás tan solo por el horror de su propia lengua, con humildad animal, se habría guardado de acariciar las manos más dules. Naturalmente que no se llegaría a averiguar si esto podía ser así, especialmente porque el dragón era despiadado con todo lo que entraba en el cículo de su poder, de manera comparable a una muerte visible, y todo, sin exceptuar niños ni rebaños, todo lo atrapaba y lo retenía.


    [René]

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